Te lo desmonto en tres argumentos:
1.Las mujeres generamos menos accidentes y, por lo tanto, pagamos menos en los seguros de coches.
2.Ellos tienen más accidentes, reciben más multas de velocidad, cometen más infracciones de alcohol y drogas, se saltan más señales de tráfico.
3.Paco, no eres Fernando Alonso. Estás conduciendo por la M-30, compórtate.
Lo hemos escuchado hasta la saciedad. Y no. No es cierto. Las mujeres no conducimos peor que los hombres. Además, parece irónico, pero si tuviésemos que hacer una competición para ver quién conduce mejor os aseguro que ganaríamos. Vamos a analizar bien qué hay detrás de todo esto.
La idea de que las mujeres conducimos mal nos la han metido hasta con calzador, desde frasecitas como “mujer al volante, peligro constante”, hasta mensajes cotidianos como que aparcamos mal, tenemos peor inteligencia espacial o generamos más accidentes porque vamos despacio. Y nada de eso se acerca a la verdad.
Lo primero que nos hemos de preguntar es a qué nos referimos con conducir. Porque, si somos prácticos, conducir en este contexto debería ser sinónimo de circular en las carreteras. Y, claro, cuando colocamos este marco contextual, todo su discurso misógino se desmonta porque ya me dirás tú de qué me sirve aquí una competición de ver quién va más deprisa o es más temerario al volante. Reitero, esto no es la Fórmula 1. Ni tú Schumacher, Paco, que naciste en Ponferrada. Estamos hablando de conducir por carreteras, respetar las normas de tráfico y no ser un peligro social.
La Dirección General de Tráfico (DGT) en España ha señalado que los hombres son responsables del 82% de los accidentes de tráfico. Cuando damos esta cifra lo primero que nos dicen es: “Eso es porque hay muchos más hombres conduciendo que mujeres”. Perfecto. Pues ahí va mucho otro dato: según el último censo de la DGT, la proporción de hombres y mujeres que conducen es muy similar. Del total, el 57% son hombres y el 43% son mujeres.
Aquí ya se ponen un poco nerviosos y nos dicen que los hombres pasan muchas más horas en la carretera que las mujeres, por lo que sufren más accidentes. Entonces ya me enfado un poco y sado la artillería pesada: los hombres cometen cinco veces más infracciones de tráfico por consumo de alcohol y drogas que las mujeres, y reciben casi el doble de multas por exceso de velocidad que nosotras. Estas son conductas totalmente temerarias que implican un peligro tanto para ellos como para cualquiera. El resultado: tienen el doble de accidentes mortales que nosotras.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021, 989 hombres fueron condenados por infracciones penales contra la seguridad vial, frente a 52 mujeres. Dicho de otra forma, del total de este tipo de infracciones penales el 95% las realizan hombres. Y según el estudio #Ellasconducen (2022) de Midas, el 60,3% de las mujeres que conducen no han recibido ningún tipo de sanción administrativa, mientras que el 69,7% de los hombres reconoce que han sido multados, sobre todo por exceso de velocidad.
Pero es que estos datos también tienen un componente psicológico importante. El miedo a conducir, o amaxofobia, se ha asociado a varios factores sociales, culturales y psicológicos. Existen grados que varían entre lo leve (sentir ansiedad conduciendo) hasta lo inhabilitante (no poder coger el coche). Según un estudio del Real Automóvil Club de Catalunya (RACC) y el Instituto MAPFRE, en España cerca del 28% de personas que conducen experimentan algún tipo de miedo. Dentro de este grupo, el 64% son mujeres. Podríamos pensar que tampoco hay tanta diferencia, pero es que aquí se engloba cualquier nivel de amaxofobia. Si situamos una lupa sobre el miedo a conducir realmente inhabilitador, el más grave, vemos que el 87% de personas que lo sufren son mujeres.
¿Qué pinta la masculinidad en todo esto? La relación entre la masculinidad y las conductas temerarias al volante es un ejemplo clarísimo de cómo nos impacta la socialización de género. La masculinidad se asocia con la valentía, la audacia y el dominio de situaciones de riesgo, y esto también les influye en la forma de conducir.
En el fondo reside la idea de que “arriesgarse” y “cruzar límites” son características admirables para los hombres. Se normaliza un riesgo innecesario que pone en peligro vidas. No obstante, la conducción temeraria no es una prueba de destreza ni de competencia, sino una expresión de una masculinidad que necesita revalidarse constantemente a costa de la seguridad y el bienestar colectivo. La seguridad al volante no debería ser un acto de rebeldía ni una prueba de identidad masculina.
NUESTRA RESPUESTA: LAS MUJERES CIRCULAMOS MEJOR PORQUE NO JUGAMOS A SER FERNANDO ALONSO.
(Júlia Salander. Fuego al machismo moderno. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona 2025)